SAN MAMÉS EN EL CORAZÓN. MEJOR FINAL PARA UN CAMPO DE LEYENDA.

www.luiscalabor.com  Ocurrió al final. Por sorpresa. El homenaje de despedida a San Mamés gozó de su punto álgido, en el terreno deportivo, en el postre de un amistoso al que le faltó fútbol y que se cerró con una victoria de Bizkaia de Txetxu Rojo e Iñaki Sáez, dos mitos rojiblancos. Porque, de repente, a falta de diez minutos para despedir al balón en La Catedral, Ander Iturraspe se dirige a la banda. Cambio. No sale nadie del banquillo. ¿Y ahora? Pues surge del túnel del vestuario Pablo Orbaiz, el capitán que antecedió en esta ilustre lista al actual, a Carlos Gurpegui.
Primer impacto. Había más. Restaban más guiños a la historia de un templo casi centenario, que a partir de esta mañana comenzará a ser derribado, desmantelado. La evolución manda. Ayer, en cambio, era el día para echar la vista atrás. Para recordar. Y De Marcos cedió el testigo a... Julen Guerrero, que incluso tuvo una oportunidad en sus botas. Con su habitual gesto -parece que no ha pasado el tiempo por él-, al trote salió al terreno para disputar los últimos instantes. La grada recordó aquel grito que siempre le animaba. "¡Julen, Julen!", tronó la afición vizcaína. Orbaiz le pasó el brazalete. Luego le tocó a Andrinua, más tarde a Dani, el último capitán que levantó una Copa, que incluso se retiró lesionado... Y concluyó con el 'Chopo', con Iribar, porte de guardameta. Y ese cántico que siempre le arropó. "¡Iribar, Iribar, Iribar es cojonudo, como Iribar, no hay ninguno!".
El fútbol, en el vestuario
Así se remató sobre el césped una noche en la que el fútbol se quedó en el vestuario. Con un Athletic que presentó casi su mejor alineación de inicio -para Marcelo Bielsa no existen los amistosos- y un valiente combinado de Bizkaia, el partido careció del ingrediente de la emoción. Estaba en las gradas. Las mejores pinceladas las firmó el dúo compuesto por Mikel Rico y Beñat en el centro del campo de la selección, dos hombres en la agenda de Ibaigane, y el ímpetu de Ibai, Susaeta y De Marcos en los locales. Hubo alguna ocasión. Esporádica. Como un disparo de Muneta desde fuera del área que rechazó Iraizoz. O un remate hacia su portería de San José, que el portero sacó a bocajarro. Por los rojiblancos, nada reseñable. Quizá una combinación entre Susaeta e Ibai, que atento Koikili despejó. En la segunda parte, Bizkaia se animó. Y marcó: Alain Arroyo pasará a la historia como el último goleador, en una noche de homenaje a La Catedral y también a los últimos capitanes.

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