El día que Maradona subestimó a la altura y se comió 6 en La Paz | Bolivia 6 vs Argentina 1

Bolivia vs Argentina (6-1) por eliminatorias de Sudáfrica 2010

Hasta aquella tarde, la peor derrota de la historia de la selección argentina había tenido lugar el 15 de junio del 58 ante Checoslovaquia por 6 a 1. No obstante el 1 de abril de 2009 en el estadio Hernando Siles de La Paz, el equipo albiceleste escribió una de las páginas más oscuras de los últimos 100 años. Es que, con Diego Maradona como director técnico del seleccionado, y con Lionel Messi dentro del once titular, el equipo argentino, candidato a ganar el mundial de Sudáfrica, iba a ser humillado por una de las selecciones más humildes del planeta.
En aquel entonces mucho se hablaba sobre las consecuencias físicas que ocasionaba el hecho de disputar un partido de fútbol a más de 3500 metros sobre el nivel del mar. Fernando Signorini, preparador físico de la selección argentina, había encendido la alarma al confesar que un día iba a morir un futbolista en la altura. Incluso la FIFA hizo un intento para prohibir los partidos en La Paz. De hecho, Carlos Palavacini, médico costarricense, integrante de la Comisión Médica de la FIFA había asegurado, sin pelos en la lengua, que Bolivia utilizaba los efectos inhumanos de la altura para conseguir ventaja ante los rivales. Incluso llegó a explicar que los últimos 15 minutos eran fatales y que había realizado un estudio científico, en el que hablaba de la posibilidad de perder la vida con la pelota en los pies.
Ante ese panorama, Maradona, amigo personal de Evo Morales, ex presidente de Bolivia, se sentó en el Palacio de Gobierno de La Paz, criticó duramente a Blatter, y habló del derecho que tenía el pueblo boliviano de jugar en su tierra, tal como lo hacía el resto de las selecciones. Incluso a los 47 años se puso los cortos y disputó 60 minutos de un partido amistoso, para demostrarle a la FIFA que la altura era tocuen, y que tocuen era cuento… El mejor jugador de la historia del fútbol mundial, aseguró que allí se podía correr, y que los argentinos no le tenían miedo a la altura.
El equipo de Diego, que venía de ganarle 4 a 0 a Venezuela, aquella tarde de abril, saltó al campo de juego con: Carrizo; Zanetti, Demichelis, Heinze y Papa, Maxi Rodríguez, Mascherano, Gago, Lucho González; Carlos Tévez y un tal Lionel Messi. El dueño de casa, por su parte, alineó a Carlos Arias, Gatty Ribeiro, Peña, Rivero, Abdón Reyes, Ronald García; Leonel Reyes, Torrico, Da Rosa; Joaquín Botero y Marcelo Martins.
Si bien el partido arrancó friccionado en el medio, la selección argentina rápidamente se quedó sin aire, lo que ocasionó el vendaval boliviano. Al minuto 11, error de la visita en el medio, falla de Demichelis, queda pagando la defensa, y un joven Marcelo Martins iba a abrir el marcador para la formación del altiplano. Ya en desventaja el conjunto de Maradona intentó rehacerse, con la pelota en los pies, pero Didí Torrico estrelló un disparo en el travesaño desde 40 metros, como aviso de una tarde para el olvido.
Allá por los 20, Carlos Arias le contiene un remate a Messi luego de una contra. Y al toque Gatty Ribeiro pierde una bocha en el medio, y un tirito de Lucho González, iba a ser suficiente para poner el partido 1 a 1.
10 minutos más tarde, el experimentado Javier Zanetti, lejos de poder pensar con claridad, llega tarde al cálculo y derriba a Alex Da Rosa en el área, como un niño que da sus primeros pasos en una escuelita de fútbol. Joaquín Botero, la figura de la jornada no iba a dudar al momento de cambiarlo por gol y poner nuevamente a su equipo en ventaja.
En la agonía del primer capítulo Lionel Messi patea desde la casa a las manos del arquero Arias. Y en la contra, Emiliano Papa le calcula mal al pique, le toma la patente a Botero, y aparece solo Da Rosa por izquierda para empezar a liquidar el partido, todavía con un tiempo por jugarse.
Si el primer capítulo había sido de los más vergonzosos de la historia de la selección, el segundo fue una invitación permanente a la burla y a la fiesta boliviana. Argentina totalmente entregada, le permite a Reyes encarar por el medio con pelota dominada. Heinze queda pagando ante Martins, centro a la olla, Carrizo ni siquiera pone las manos, y el cabezazo de Botero para el 4 a 1.
A esa altura, la hinchada de Bolivia le gritaba ole al equipo de Maradona y de Messi. Argentina deseaba que terminara el partido, lo que agrandaba aún más al elenco de Platiní Sánchez. Así el propio Botero, para que lo comprara el Barcelona, iba a definir cruzado ante la falta de piernas de Papa, y las facilidades que daba Carrizo.
Maradona, que había subestimado a la altura, necesitaba aire fresco, al menos para llegar al descuento, y evitar que el papelón fuera más escandaloso.


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